TODO AQUELLO QUE DAMOS

Resignamos muchas cosas cuando concentramos nuestra mirada en un punto fijo, sin ver alrededor, ni percibir lo positivo que te está esperando lejos de ese punto que te hipnotiza y no te deja mover para alcanzar de una buena vez por todas, la tan deseada felicidad. Algunos dirán que no existe, otros tendrán una concepción un tanto errónea de su significado, la ambigüedad siempre se encuentra presente en estos casos y marca una confusa idealización de lo que realmente es. Sin embargo todos la buscamos, no sabemos donde está, no sabemos si hay un método para ser felices, algunos la pueden tener al alcance de su mano, otros muy desorientados viven en un mundo paralelo y no la pueden encontrar, pero está, no se puede ver ni tocar.
Todo eso que alguna vez dimos se va a convertir en un momento grato, en una sonrisa que no esperábamos, en un abrazo que nos devuelva la alegría, en un beso que nos sorprenda y en tantas otras cosas que al fin nos llevarán hacia el camino que debemos transitar. Por momentos sentimos que no tenemos nada para dar, nos convertimos en un ser introspectivo y nos negamos hasta a nosotros mismos, y en otras ocasiones nos cansamos de guardar todo eso que espera salir. El equilibrio entre un momento y el otro nos da como resultado, lo que somos, lo que fuimos y lo que queremos ser. Cuando encontremos ese equilibrio que nos permite no dar de más y no dar de menos, estaremos viviendo los días más felices de nuestra vida.
El que no da no recibe y el que da va a tener una vida llena de buenos momentos que finalmente lo llevarán a la felicidad. Todo aquello que recibimos es la cuenta exacta de todo aquello que damos.