EL MUNDO DE LA IMAGINACIÓN ES MÁS GRANDE QUE EL MUNDO REAL

lunes, 16 de julio de 2012

          LAS PALABRAS Y LOS SILENCIOS

Afortunadamente, no podemos dejar, ni por un segundo, de imaginar. Este mundo es un poco extraño, pero ya hemos tratado de desentrañar, por casi todos los medios, esas rarezas. Tarea difícil para todo aquel que se encargue de intentar entender el mundo en el que estamos inmersos. Por un lado, tenemos al extrovertido universo de las palabras y por el otro, al introvertido universo de los silencios. A veces, el silencio se apodera de uno, porque, como me dijeron una vez, “Si no tenés nada para decir, es mejor quedarse callado”, silencio que no tiene sabor a vacío, sino que se manifiesta en diversas acciones que llevan a que las cosas se digan por si solas. Para el oído de todos, es agradable el silencio, pero resulta ser más amigable cuando se lo utiliza en el lugar indicado. Por eso mismo, hay que saber cuando y donde utilizarlos, ya que son tan importantes como las palabras, pero para eso, primero hay que saber como y de que forma utilizar las palabras. Es tu arma más letal, a favor y en contra. A favor para tus convicciones y en contra para tus contradicciones. Esto vale para todos aquellos que nos animemos a comunicarnos y expresarnos mediante ellas. Quizás yo mismo, que hoy me aventuré a escribir sobre los silencios y las palabras, no sepa bien como, cuando y donde utilizarlos, pero de eso se trata la búsqueda, sin pretender encontrar una respuesta que pueda satisfacer o desencadenar las dudas de todos.

Como hay diferentes formas de comunicar, mediante palabras, una situación determinada o un sentimiento, también hay maneras de llamarse al silencio. No soy quien para culpar a los demás sobre sus formas, yo, seguramente, también tendré mis malos modales y quizás eso es lo que ahora me llevó a poner, de igual manera, en la balanza a dos factores tan opuestos, pero que se complementan para fortalecer las relaciones humanas. Así como algunas cosas, hacen falta ser dichas, otras deberían ser calladas y no por el hecho de reprimirlas, sino porque esa es la verborragia que alimenta la idea de que mientras más hablás y hablás, menos decís.

No creo que el silencio sea salud, ni tampoco una enfermedad, creo que es más bien  una necesidad, siempre y cuando no se transforme en un vicio. No sé si el silencio dice más que mil palabras, lo único que podría asegurar es que las palabras y los silencios tienen el mismo valor.