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domingo, 26 de diciembre de 2010

ELIXIR DE LA ETERNIDAD

Él podría haber hecho algo más por ella, ella podría haber sido un poco más cruel con él, pero no fue así. Los dos se aventuraron en un viaje sin rumbo, no querían saber su destino y dejaron librado al azar los caminos que juntos iban a andar. Ella se caracterizaba por ser una mujer muy detallista, él por ser un hombre desprolijo al cual no le importaba lo superficial, quizás no eran el uno para el otro y a lo lejos podríamos darnos cuenta de que eran dos personas totalmente opuestas. Al verlos nadie entendía el porque de su unión tan legitima, todos los veían como dos extraños. Sin embargo ellos no escuchaban esas voces que venían desde el exterior, solo se dejaban guiar por su interior, estaban muy cegados por el elixir que habían probado aquella vez. No era fácil saber cuanto tiempo iba a durar el efecto y tampoco podían recordar el lugar y el día exacto que lo probaron. Al parecer este viaje iba a ser eterno, la unión era cada vez más fuerte, los secretos se iban develando uno a uno y ya casi no quedaba nada por saber.

De tanta conexión que se había generado, juntos pudieron crear un gran castillo, en donde pasaban todas las horas de su vida. Ella siempre quedaba fascinada mirando unos dibujos de animales, que estaban colgados en la pared y él había encontrado algunos pasatiempos, de día se divertía jugando solo al ajedrez y de noche pasaba horas mirando películas de terror. Sus ideas de la vida eterna, muy lentamente se iban desvaneciendo al ver que, paso a paso, se estaban independizando, pero por no dejar de pertenecer a alguien, ellos seguían con las ataduras que produjo el elixir de la eternidad. Llego el momento en que dejaron de disfrutar de los efectos y empezaron a padecer el calvario. Se iban develando los últimos secretos y los misterios que antes los cautivaban ya no existían. A pesar de que sentía muy cercanas las horas del final, ella hacia todo lo posible para no romper con este lazo y no lo culpaba a él por haberle convidado un sorbo de su más antiguo vicio, ya que los dos habían caído en la tentación esa noche. No había más elixir y los efectos terminaron, disputaron la última gota en una partida de ajedrez, que lógicamente gano él. Se habían transformado por completo, ella se había vuelto desprolija, empezó a descuidar su apariencia, sin embargo, no había perdido el amor por él, que se había convertido en un hombre muy detallista y superficial.

A él le sedujo las ganas de embarcar y escaparse a un lugar nuevo en búsqueda de más elixir de la eternidad, así fue que tomo sus cosas y partió sin avisar. Él podría haber hecho algo más por ella, ella podría haber sido un poco más cruel con él, pero no fue así… ¿Esto era la eternidad?

1 comentario:

Florencia dijo...

Entrar a tu blog es como entrar a un planetario o algo así...
¡Cuentista me saliste!
Y sí, la eternidad siempre será utopía. Te quiero amigo.