EL MUNDO DE LA IMAGINACIÓN ES MÁS GRANDE QUE EL MUNDO REAL

martes, 1 de febrero de 2011

LA MIRADA DE AFROFITA

Vi algo en su mirada, todavía no puedo darme cuenta de que es eso que vi, pero fue algo mágico. Al llegar al lugar fui explorando todo lo que se cruzó en mi paso y de pronto vi una luz que me encandiló, la intensa luminosidad no me permitió seguir con lo que estaba haciendo en ese momento, me dejó sin ganas de hacer otra cosa que no sea mirar lo que el paisaje había preparado para mí. La fuerza que emanaba su mirada era algo inexplicable y todavía puedo decir que sus ojos me hablan, hasta un poco más de lo que yo creo.
Tenía el poder de transformarlo todo, doraba el amor de bronce, eramos el uno para el otro y no nos dimos cuenta, pero adoro ese momento. Hoy no busco una escapatoria a ese gran recuerdo y no quiero ningún tipo de obstáculo que justifique lo que cuesta tener un segundo de felicidad.
Me pregunté varias veces si era de verdad y con el correr del tiempo me fui dando cuenta de que era lo más verdadero que había visto en mi vida. Teníamos la posibilidad de olvidarnos para siempre de todo lo que había pasado en aquel lugar, y olvidarnos hasta de nosotros mismos, pero ninguno de los dos quiso que esto se convierta en algo efímero. Encontramos la manera de comunicarnos sin que otra persona se diera cuenta de lo que estabamos hablando. Habíamos decidido dejar todo como está, sin alterar nada que pueda afectar nuestra historia personal, pero no podíamos resignarnos tan facilmente. Como todo viajero, pensabamos que era algo pasajero, que este amor no podía prosperar, aunque quizás todos nuestros caminos nos lleven al mismo lugar. Fue dificil despegarse de ese momento, todo lo separó un silencio, seguido de unas palabras, no se mencionó nunca un “adios”, sino que dimos lugar a un “hasta luego”, que podría llegar a ser hoy, mañana o dentro de veinte años, cuando tengamos que hacer un esfuerzo grande con la memoria para recordar lo que fue el viaje.
Ojalá pueda encontrarla otra vez en sueños para recuperar lo perdido y mantener viva la esperanza de que en algún momento del tiempo aquellas vidas se vuelvan a cruzar.
No veo la hora de que lleguen esas horas y pueda volver a ver la mirada de afrodita.